Una relación de amor y odio (Leviatan – Paul Auster)


Leviatan

Leviatan, Paul Auster

Eso es lo que me pasa con Paul Auster. He leído varios de sus libros y nunca sé hacia dónde me dirigirá en la nueva lectura, si hacia el amor o hacia el odio, hacia la admiración o a la simple desidia. Nunca hay un término medio con el autor de New Jersey.
Del amor que sentí por él en Smoke o Blue in the face, al abandono sin reparos de la Trilogía de Nueva York (tendré que releerlo). Tan difícil, tan complejo, tan NY, tan Auster.
De Leviatan decir que me ha atrapado, sus casualidades, sus encuentros fortuitos, sus relaciones, sus descripciones de Nueva York, su crítica a América y, por supuesto, su sencillez para con el lector. Es de esos libros que te arrepentirás de acabarlo, tendrás ganas de saber más de Sachs, del por qué de su soledad, del por qué de su transformación y, sin embargo, está todo ahí, en el libro, como una cebolla que nos va mostrando su corazón liberándose, una a una, de todas sus capas.

Difícil no enamorarse de la loca Maria, de la cándida Fanny, de la extraña Lillian. Todas esas mujeres que pasan a lo largo de las páginas, como por casualidad, pero que son el alma de la novela. El quid de la cuestión.

Un diez, esta vez, señor Auster.

PD: Esa declaración, a contracorriente, del sentimiento de los yankis por su bandera me ha dejado descolocado. Ni somos, ni estamos, tan alejados.

Cansado de tanto gurú hertziano valencianí (Karlsruhe in memoriam)


Y ahora para los de aquí.

Muchas veces hemos oído hablar de la guerra de medios, la lucha por la audiencia,… Algo lógico en este mundo de competencia en el que un oyente/lector/televidente supone aumentar los ingresos por publicidad. No es algo que desapruebe, lo que desapruebo son las formas. De un tiempo a esta parte, los medios de comunicación deportivos valencianos se sirven de unos métodos, cuanto menos, barriobajeros: desde el más asqueroso de los amarillismos hasta la invención de noticias sin el más mínimo pudor. Esas actitudes, esas formas, hacen de ellos, a vista de muchos aficionados, auténticos carroñeros informativos.

Yo crecí oyendo fútbol en la radio, con la sapiencia de Jesús Bernal, primero (al lado de ese inclasificable sujeto llamado Manolo Más), y las narraciones de José Luis Chiclana, después (alguno debería contar algún día su movida con Pedro Morata). Eso era periodismo, lo de hoy es pura mierda. Una mierda que ni ellos mismos son capaces de ver, salvo algún medio, y que siguen aumentando de forma considerable un día tras otro.

Estos personajillos, cada uno de un padre y una madre, capaces de desdecirse a los dos minutos, se han metido en una guerra sin cuartel que, en muchas ocasiones, parece más una película de los hermanos Marx que unos programas de radio o columnas periodísticas. Personajes capaces de vender su opinión por cuatro anuncios, consiguiendo que sus oyentes naden en el más absoluto caos. ¿Cuál es el interés de todo ese planteamiento esquizoide? Lo cierto es que no tengo ni puñetera idea. Pero sí tengo clara una cosa, como el Valencia desparezca, la mayoría de estos fantasmas van a tener que vivir debajo de un puente.

Si hacemos repaso tenemos a Pedro Morata (SER), Julio Insa (RadioEsport), Eduardo Esteve (Onda Cero), Manolo Montalt (R9),… todos con sus filias y sus fobias, en plan patio de colegio ursulino, capaces de repartirse hostias como panes y, posteriormente, juntarse en causas comunes. Algo de locos. Aquí hemos visto a Vidagany o Fran Guaita repartirle leches al Pimentó por todos lados para luego aliarse con él y mudarse a la Cadena SER para esconderse bajo palio. Y pelillos a la mar. Luego dicen que la gente no les toma en serio. Normal.

El caso es que ya la cosa ha llegado a un punto que no sé para donde van a tirar. Desde que Paco Roig llegó al Valencia, los medios periodísticos se han agrupado en bandos : los del pro y los del contra. Algunos incluso han pasado de ser pro a ser contra (o viceversa) en el espacio de tiempo de un suspiro. En esto, Morata se lleva la palma: apoyó (prácticamente exigió) la llegada de Soler para poder quitar de en medio a Roig (enemigo íntimo), para luego exigir su eliminación del mapa. Con Llorente lleva una relación de amor-odio que raya la bipolaridad. Y todo por los jodidos intereses. Los periodistas ya no informan, son meros extorsionadores que alteran el curso de las noticias según sus necesidades. Llega a ser realmente absurdo escuchar ciertos programas de radio el lunes siguiente a un partido. Según el bando y el resultado la temática puede ser realmente rocambolesca.

Luego está el otro extremo, el de llegar a inventarse noticias o crear falsas ilusiones en los aficionados por el mero hecho de creerse ellos los protagonistas del cotarro, cuando son meros voceros. Desde traer «inversores» que resultan ser unos engañabobos más chapuceros que Pepe Gotera y Otilio, hasta organizar manifestaciones en Valencia regalando bocadillos o montar un espectáculo bochornoso con un grupo de japoneses en un centro comercial. Eso es el periodismo deportivo valenciano. Evidentemente hay profesionales que intentan hacer su trabajo de forma correcta, pero son los menos o son relegados al ostracismo (sigo echando de menos General de pie).

Lo de los rumores de fichajes y tal lo dejo estar, por imposible.

Pero lo que más me enerva es la última moda de estos correveidiles: el uso de las banderas como seña de identidad del club, el hacer del blaverismo más casposo y recalcitrante un modo de supervivencia futbolístico. Y eso me da nauseas. La proliferación de ese argumentario sin fundamento, según el cual este club debe aumentar el número de jugadores de la tierra en detrimento de otros cuya implicación, en el mejor de los casos, es tan dudosa como su nivel futbolístico, empieza a resultar cansino y propio de indocumentados con ganas de conseguir audiencia a partir de la cultura del patrioterismo de pueblo. Ese argumento de falla de barrio se cae por su propio peso simplemente retrocediendo unos años, hasta la temporada 2003-04, el año del doblete no teníamos una plantilla con amplia mayoría de valencianís: 7 (3 más que la actual).  Y de ellos, titulares indiscutibles solamente 2: Albelda y Vicente. Por el contrario, ha habido temporadas con una amplia mayoría valenciana en la plantilla y no pasábamos de un mediocre cuarto puesto (cuando se llegaba). Por ejemplo, en la 1991-92, así a bote pronto, me salen doce jugadores de la Comunidad y en la 1993-94 cuento 10. Y esos jugadores son los que protagonizaron la mayor vergüenza que recuerdo yo: el 7-0 de Karlsruhe . Si nuestro actual número 6, el de «el que no quiera estar aquí que se vaya», tuviese un mínimo de sentido común (de los palmeros que le ríen las gracias mejor no digo nada) debería cerrar la bocaza, pensar si él mismo merece estar donde está y si realmente lo que nos interesa son jugadores valencianos.

PD: Sólo echando un vistazo a 1ª División, y viendo los jugadores valencianos que hay en las diferentes plantillas, algún abanderado de la causa podría pensar que igual no mantendríamos ni la categoría.

Cansado de tanto gurú hertziano


Los habitantes de esta ciudad de provincias, allá en el punto más extremo del Levante español, debemos, ser, cuanto menos, un poco retrasados y oligofrénicos, de tal modo que los hiperdesarrollados juntaletras del resto de la península deben darnos cuentas de lo equivocados que estamos por hacer tal o cual cosa. Todo ello teniendo en cuenta que se ubican a X cientos de km de distancia y todo lo que conocen es de oídas.  Viene esto a cuenta de la continua categorización del aficionado valencianista de inconformista, exigente, iluso y demás lindezas que nos sueltan desde más allá de Almansa. Ya sea el marqués de Brunete o el ujier de Sevilla. Y yo flipo.

Veamos a ver, si yo, que vivo en Valencia, viese por televisión cualquier reportaje que se emita referido al fútbol y llegase a conclusiones del tipo: ¿qué coño quieren en Granada si son un equipo con todas las papeletas para bajar? ¿por qué coño le pitan a Mourinho si les ha dado una Liga? ¿como están tan locos los del Espanyol de tirar a Pochettino con la plantilla que tienen?, cualquier aficionado de esos equipos, con toda la razón del mundo, se sentiría ofendido por el mero hecho de que yo, pobre valencianí sin oficio ni beneficio, no tengo ni puta idea de lo que estoy hablando. No digo nada si lo que veo es a medio Vicente Calderón tirando huevos al cesped con el partido a medias…

Pues bien, ahora lo digo yo, ¿de qué cojones habláis? La afición del Valencia, mejor que ese par de payasos de los deportes de Cuatro, sabe perfectamente cual es la situación económica y deportiva de su club. Estamos ahogados, con un pie en la desaparición, con unos directivos (actuales y pasados) que son una panda de inútiles que nos han llevado a la situación actual y cuyo máximo interés es lucir en la tarjeta de visita: Consejero del Valencia C. F., S. A. D., con un equipo de fútbol descompensado y creado a partir del desconocimiento y el amiguismo. Y ésto lo sabemos nosotros mejor que ningún periodista de Madrid, Barcelona o Sevilla. El problema es que ellos, sin tener ni zorra, encima van dando lecciones. Pa flipar.

El actual Valencia C. F. es un despropósito a todos los niveles: directivo, económico y deportivo.

A nivel directivo tenemos un presidente al que no le gusta el fútbol, que no tiene ni la más remota idea de qué es un balón (tácticas y demás ni hablamos), que se rodea de directivos cuya única finalidad es dar cabotàs y viajar por esos campos de dios, con un director de marketing que debe saber del tema tanto como yo de biología extraterrestre, con una Fundación (máximo accionista y máximo auditor, en teoría) presidida por un consejero del Valencia puesto a dedo por el Presidente (lo de pensar que va a votar de acuerdo a su criterio, y no al de otro, es impensable) y un director de la escuela cuyo máximo mérito deportivo es ser amigo personal de Llorente. Así funciona el Valencia Club de Fútbol.

A nivel deportivo, el máximo responsable, su Director Deportivo, tiene la principal cualidad de ser un trepa que deja en la estacada a la persona que lo trajo al club (Fernando Gómez Colomer) para alcanzar así el puesto y, de este modo, convertirse en el consentidor todas las barrabasadas que al presidente se le ocurran. Hay que tener en cuenta que si no claudica lo largan. Profesionalidad a tope. Este servilismo conduce a situaciones kafkianas como el sucedido con la contratación del Flaco, o la planificación desastrosa de la plantilla. Por ejemplo, la posición de mediocentro defensivo. La temporada pasada el equipo contaba con tres jugadores en este puesto: 2 que acababan contrato y uno con 2 temporadas más. De los tres sólo queda uno. Planteemos ahora el siguiente problema. Si tú, lector, fueses el DD y te encontrases con lo siguiente, ¿qué harías?

-Uno de los jugadores tiene 26 años y dos años más de contrato. Es turco.

-Otro tiene 36 y acaba contrato. Es valenciano.

-El tercero cuenta con 27 años y también acaba contrato. Es holandés.

Cualquier Director Deportivo normal, con dos dedos de frente, y teniendo en cuenta las condiciones económicas que rigen el club actualmente, podría pensar: tengo a uno con contrato, necesito a otro para poder competir en tres competiciones de forma correcta. Así que o renuevo a uno de los dos que acaban o tengo que fichar a algún otro de garantías, con el gasto que eso supondría. De los dos que acaban contrato, a uno podría sacarle rendimiento económico, pero al otro es imposible…

Pues no, estimado lector, aquí el lumbreras se cargó al que tenía contrato, y renovó al que sólo tiene 36 tacos. Si eso lo hace el DD del Madrid, lo están corriendo a gorrazos por la Castellana hasta que se pierda más allá de la M-40. Aquí le reímos la puta gracieta. ¿Y ésto por qué? Pues básicamente por dos razones: la primera, el de los 36 años es de la terreta, amigo del presidente y chivato oficial del vestuario. La segunda, porque en esta tierra hay mucho xenófobo con derecho a opinar. Y no, no estoy exagerando, sólo hay que oír algunas tertulias de la radio autonómica y sonrojarse ante ciertos comentarios, en forma de chascarrillos, que se hacen de forma constante. Lo peor es que a esos personajes se les paga con dinero público, lo que debería acarrear que rodasen cabezas. Pero en esta tierra somos así. Y como algunos tienen mucho miedo a que les pongan a caer de un burro en determinados medios de comunicación, pues hay que reirles la gracia y hacerles caso.

Del resto de posiciones sólo hay que ver el listado de componentes de la plantilla y escuchar las declaraciones antes de empezar la temporada y las realizadas hace unos días, poco antes de despedir a Mauricio Pelegrino. Son de un surrealismo voraz.

Después de soportar las situaciones vividas por este club desde hace más de 20 años (que no varían mucho de la actual, en mayor o menor medida) yo, y seguro que muchos más, estoy cansado. Después de más de 20 años de aguantar a embaucadores, estafadores, inútiles, trepas, jetas y demás chusma que forma la burguesía valencianista, estar escuchando constantemente que esta afición ni sabe lo que tiene ni lo que quiere, que es exigente, que estamos locos,… a uno se le hinchan las pelotas, con perdón, de aguantar semejantes estupideces.

El aficionado del Valencia C. F. sabe perfectamente lo que quiere:

1.- Que se sea coherente dentro de este club, a todos los niveles.

2.- Que se libere al club de esa atmósfera de amiguismo y servilismo que le rodea.

3.- Que haya un proyecto deportivo serio, buscando lo mejor para el equipo, dentro siempre de las expectativas económicas.

4.- Que los criterios deportivos de contratación sean lo más afinados posibles.

5.- Que se elimine la sensación de conformismo. No queremos ganar títulos, lo que queremos es ver entrega durante los 90 minutos de cada partido.

6.- Elegir un técnico, un entrenador, cuya experiencia sea la suficiente para saber manejar un barco sin necesidad de hacerse amigo de los jugadores y que, principalmente, tenga la posibilidad de tomar decisiones por motu propio sin verse coartado por estamentos superiores. Encuentros como el de Málaga o contra la Real Sociedad son los que enervan a esta afición, no el ganar o perder.

Si alguien, después de ésto, sigue pensando que somos exigentes y tal, sólo le pido un último esfuerzo: que compruebe la asistencia a Mestalla a partir del segundo año de Unai Emery como entrenador de nuestro equipo.

Un saludo.

PD: La pañolada del sábado no va dirigida al entrenador, en ningún caso. Por si a alguien no le quedaba claro aún.

PD2: Las estupideces de los miembros de la Curva Nord son eso, estupideces.